Puede ser el más sutil de los sentidos en los viajes, pero no el que podamos valorar menos.

Palpar la textura de las paredes de un edificio histórico y notar las asperezas de sus viejas piedras. Caminar descalzo

por la arena de una playa o de una duna en el desierto.

La vista nos ofrece el color  y la primera impresión del paisaje. A través de ella conocemos la belleza.

Viendo la naturaleza cambiante cada día y observando el entorno. Contemplando el brillo de las estrellas en el azul oscuro del cielo en una noche clara.

Nos aporta otra visión de la cultura de los diversos lugares, ya que la cultura está muy relacionada con la cocina y la gastronomía.

Saborear la cocina de proximidad y los manjares con productos de la tierra. Catar una copa de buen vino local con sus aromas.

Un sentido muy presente en el momento de conocer nuevas realidades en los viajes. Las especies, los perfumes, las flores, ….,  nos dan las características de los lugares que visitamos.

Disfrutar de los olores de la naturaleza que nos rodea : el olor de los árboles del bosque, verdes y limpios, después de una ligera lluvia.

Nos pone en otra dimensión de las cosas.   El silencio  y la tranquilidad  en contraposición  a la voz , a la música.

Disfrutar del murmullo del agua que se desliza suavemente entre prados y  de las olas del mar que acarician la arena de la playa.