En la comarca del BAGES las montañas que rodean el entorno del pequeño pueblo de Rocafort, hoy recubiertas de pino blanco mediterráneo, durante la segunda mitad del siglo XIX eran todas de viñedo en plena explotación.
La filoxera (este pequeño insecto que se come las raíces de las cepas y ocasiona su muerte) fue una plaga que dejó Francia sin viñedos el año 1863.
Hasta pasados 30 años la filoxera no llegó a Cataluña y en la comarca del Bages fué donde más tarde arraigó, por lo cual aprovecharon este periodo para producir uva y ponerse las botas (y nunca mejor dicho), como,casi, únicos productores de vino para el consumo y para la exportación. Esto supuso una gran expansión económica de la agricultura de la región que continuó hasta la revolución industrial donde el sector textil de la zona de Manresa tomó el relevo.
Entre los años 1865/70 los grandes propietarios de la región, empezaron a hacer contratos de cesión por la utilización de pequeños terrenos de una hectárea, a los campesinos (» rabassaires») que cultivaron esa zona de bosque, para transformarla totalmente en viña productiva.
Con el fin de aprovechar mejor la uva para hacer vino, lo hacían directamente al pie del viñedo, en grandes tinas de piedra seca que construyeron de las viñas, que solían acompañar de una barraca también de piedra seca donde guardar los utensilios y resguardarse.
Estas antiguas tinas, muchas de ellas agrupadas en conjuntos de varias tinas y barracas, se han rehabilitado y hoy las podemos ver rodeadas de bosque, haciendo una pequeña caminata por la zona.
La empresa «Bages, terra de Vins» , las organiza junto con diversas actividades enoturísticas para potenciar el conocimiento de esta realidad próxima y hasta hoy bastante desconocida, en el entorno del Parque natural de Sant Llorenç del Munt.
Para complementar la jornada, además de hacer una cata de vinos junto a alguna de las tinas, podemos comer en un restaurante de una casa rural construida en el siglo XII , debajo de una impresionante cueva o también en el pequeño y encantador pueblo de Mura, y en el que podemos visitar por la tarde, un antiguo y curioso molino, junto al río, que tenía a la vez, las funciones de molino de aceite y molino harinero.
**Una tradición de esta comarca : En las masias los cipreses plantados a la entrada tenían un significado de bienvenida. Un ciprés quería decir que se ofrecia “pan y trago”; dos cipreses que se ofrecía una comida completa y tres cipreses que también se podia pasar la noche.**