Badalona, la tercera ciudad de Catalunya en número de habitantes, tiene unos atractivos turístico- culturales muy desconocidos (comentamos algunos) a los cuales recomendamos dedicarles un día.
Comenzaremos por el Monasterio de Sant Jeroni de la Murtra en la falda de la Sierra de Marina sobre la ciudad. Una visita imprescindible.
Iniciado en el siglo XV en estilo gótico, por mercaderes y bajo patrocinio del Rey Juan II d’Aragón, para ubicar una comunidad de monges jerónimos hasta el año 1835 (año de la Desamortitzación).
Los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II, pararon allí en sus visitas a Catalunya. Concretamente los Reyes Católicos, el mes de abril de 1493, recibieron en el monasterio al almirante Cristóbal Colón, cuando llegó de América despues de su primer viaje.
En el siglo XIX hubo un gran incendio que destruyó una gran parte del claustro del monasterio, la biblioteca y la iglesia.
En la actualidad, muy restauradas las partes que quedan, merecen una visita (si puede ser guiada mucho mejor) y el espacio se ha convertido desde el año 1971, en un lugar de reposo y silencio, abierto para todas las personas sin distinción de creencias.
El Museo de Badalona con su impressionante montaje/exposición sobre la Baetulo romana, donde poder conocer la forma de vida de la sociedad romana de los siglos I a.C. hasta el siglo IV. Son los orígenes de la ciudad actual.
En el subsuelo del edificio del Museo, se pueden visitar los restos de las Termas y del «Decumanus maximus», uno dels conjuntos arqueológicos de la época romana más importantes de Catalunya.
Podemos continuar con la visita a la fábrica de «anís del Mono» fundada por los hermanos Bosch el 1868, que permite conocer el proceso de producción que se sigue para obtener dicho Anís, desde hace más de 130 años. Destacan, por su valor patrimonial, la sala de destlación, el archivo y las oficinas, todo en estilo modernista.
El pont del Petroli, al final del Paseo marítimo, es un antiguo puente donde, hasta los años 50, los barcos descargaban hidrocarburos y está formado por una pasarela sostenida por pivotes que entra en el mar más de 200 metros, que se ha convertido en un símbolo de la ciudad.
Si nos acercamos al barrio de Bonavista, podemos ver las ruinas y restos del antiguo poblado ibérico , el Turó d’en Boscà (siglos III-II a C) dentro de la trama urbana.